3 de abril de 2011

Iguales pero diferentes, diferentes pero iguales

¡Cuánto tiempo dedicamos durante la infancia y la adolescencia al estudio de materias como la lengua, las matemáticas, la historia, la filosofía, los idiomas, y luego, durante nuestra formación como profesionales ampliamos los temas en que debemos especializarnos (derecho, ingeniería civil, periodismo, finanzas,…)!

Sin embargo, la atención a aspectos tan fundamentales como el comportamiento humano, la verdadera comunicación, la comprensión de nuestra psicología y la de los demás, queda relegada en la mayoría de los sistemas educativos que dedican más horas al conocimiento del medio –ríos europeos… capitales de europa…. tipos de climas…- por no hablar de las tribus de david, los valores cívicos –como lista que se aprende de memoria- que al conocimiento del propio individuo.

Y no se trata de conocer “el ser humano” que se da en filosofía sino del individuo (no sé individua es correcto… ¡!exministra Bibiana manifiéstate y corrige el corrector de word…¡¡) en particular, de ese adolescente perdido en medio de dos etapas o de ese joven alevín de adulto, que cuando se ve movido a mirar a su interior, e intenta entenderse, con frecuencia deja de hacerlo porque tiene más preguntas que respuestas y, despavorido, sale hacia la siguiente actividad menos arriesgada –ver la televisión, beber, huir,…-.

Pero muchas veces es tarde y ni siquiera con libros salvadores de algún gurú de vender libros… digo… de la felicidad –coelo, marcos rojas,…- logran darnos unas mínimas pautas para lograr poner en marcha los minimúsculos emocionales que llevan cuarenta años sin utilizarse.

Por eso no nos debe extrañar que, en el día a día, a menudo, no nos resulte nada fácil establecer relaciones positivas con otras personas: si me cuesta trabajar con el que no piensa como yo, si no consigo despertar el interés de mi jefe hacia alguna propuesta, si no entiendo en general a los hombres (a las mujeres ya ni hablamos..¡).

Y la necesidad de ese entendimiento es cada vez más crítica porque ahora tenemos más contactos con otras personas que en ninguna otra época, en la calle, en el trabajo, en la familia,… y se nos plantean exigencias mayores en las habilidades de relación. Porque cada persona es diferente, cada persona tiene una inmensa amplitud y variedad de “cosas suyas”, y las cosas que les emocionan, les preocupan, la forma de relacionarse, de valorar las cosas como buenas o malas, aceptables o inaceptables, es completamente diferente. Y no hemos hecho más que empezar a salir del barrio.

¿Somos capaces de comprender qué es lo que realmente les mueve? ¿Entendemos su comportamiento, sus razones y los valores que les guían? ¿Sabemos cuál es la mejor manera de dirigirnos a ellas? ¿podemos llegar a encontrar la forma de sumar en la diferencia y llegar a acuerdos, a encuentros en la diferencia?

Porque, en el fondo, no somos tan diferentes. Aunque intereses ocultos o bien visibles busquen que así sea para utilizarlos en beneficio propio. Las diferencias entre las personas, cuando nos acercamos a ellas y las entendemos mejor no son tales, ya que todos funcionamos del mismo modo, impulsados por valores y creencias y hábitos que, aunque puedan diferir unos de otros, mantienen una misma lógica interna.

Somos distintos y somos iguales y ojala seamos capaces de disfrutar de esta diversidad.

dnl

Hablando de iguales pero diferentes....
¿Señalad las 10 diferencias entre estas dos princesas?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

!Me encantaría saber qué piensas de esto¡