16 de abril de 2011

La increible historia de Emily (II)

1788. Inglaterra: 4 – Australia: 0

Australia es declarada “terra nullius”. Según nos explica Emily, que demuestra ser una niña muy estudiosa, implica que las nuevas tierras no tienen dueño y que los indígenas no existen en relación a la ley británica-. Y casi a la vez, llega a la actual Sydney la primera flota que transporta reclusos –compuesta por 736 hombres, mujeres y niños-.

“Abuela Emily Kame no estaba nada contenta con esta nueva invasión pues eran gente maleducada y muy desagradable que les trataban como si no fueran personas”. Por eso, las primeras veces que se encontraron los aborígenes australianos con esta primera flota cargada de presidiarios llevados al penal de New South Wales. Emily, bajando la mirada para que no pueda ver una lágrima que resbala por su mejilla, prosigue “hubo peleas y más peleas, muertos y más muertos, mucha pena y mucho dolor para nuestra tribu porque eran más y más fuertes”.

“Los Anmatyerre con sus primitivos instrumentos de caza les amenazaban y gritaban “!Warra, Warra¡” –que, me traduce Emily, significaba: !Marcharos¡-“pero lejos de asustarse los ingleses les robaron las tierras, los collares, todo lo que pudiera tener valor y secuestraron a muchas de sus mujeres, entre ellas a tías Papunya y Tuwa, hermanas de abuela Emily Kame”. Esta vez quien desvía la mirada para evitar que Emily vea mis ojos llorosos, soy yo.

1803. Inglaterra 5: Australia: 0

“Abuela Emily Kame siempre estaba de buen humor. Me reía mucho con ella. Me enseñaba a pintar con los dedos y con las manos y me explicaba qué significaba cada signo y porqué elegía un color. Todo tenía que ver con la historia de la tribu. Pintábamos juntas mientras me contaba divertidas historias. Decía que yo tenía que ser fuerte, no quedarme quieta y trabajar por un mundo más justo que el que ella había vivido. Que había que ser fuertes. Pero cuando contaba esta parte de su vida siempre se ponía triste y sus ojos se humedecían”.

Abuela Emily Kame, recuerda Emily, tras estar unos segundos en silencio, continuaba: “Llegaron malas noticias de otras tribus. Los recién llegados mostraban una total falta de sensibilidad y comprensión hacia nosotros. Prácticamente eliminaron a nuestros hermanos de la isla de Tasmania enviando a los pocos supervivientes a la minúscula isla de Flinders. Además, muchos miembros de nuestra tribu y de otras morían por las enfermedades que traían los colonos para las que no estábamos inmunizados ni conocíamos las plantas ni remedios con qué curarlas. Ni siquiera el Gran Djankawu parecía poder ayudarnos”.

Tras contarme esto, Emily, un poco decaída, se queda mirando a un cuadro de la exposición de su abuela –Summer dreaming, una explosión de color y energía-. La dejo sola unos instantes y leo unas reseñas que relatan cómo

“los baños de sangre son práctica habitual hasta los primeros años del siglo XX para cuando el número de reclusos enviados es ya superior a los doscientos mil. De las 500 diferentes lenguas y dialectos que se hablan antes de 1788, solamente queda una tercera parte de las cuales únicamente 50 se utilizan en la actualidad en la vida diaria”.

“Los objetos expoliados entre los siglos XVIII y XIX se exponen en Paris en 1919 en una exposición en la que el catálogo subraya que los aborígenes australianos son gentes primitivas sin arte”.

Emily me vuelve a coger la mano y tirando de mí, impaciente por avanzar, pasamos a otra sala en la que nos sentamos para admirar los cuadros de otros artistas y, todavía con semblante triste, me dice que uno de los días más tristes para su abuela fue cuando, siendo ella ya mayor, en 1901, los seis estados de Australia se unen formando una nación, fundando la Commonwealth de Australia, declarando Camberra su capital y apropiándose los colonos del término australianos. Los “salvajes” indígenas dejan de ser australianos y pasan a ser aborígenes. “Decía mi abuela que primero nos quitaron las tierras, luego parte de la familia, luego el nombre. Solamente nos quedaba el espíritu del Gran Djankawu y la dignidad de sentirnos mejores”.

Por aquella época, en Europa, Paris 1929, los surrealistas -entre los que se encuentra André Bretón, referente del movimiento- publican un mapa del mundo donde el tamaño de cada país era proporcional a su arte y su potencial creativo. En ese mapa Australia aparece como una isla del tamaño de Ibiza. Para la intelectualidad europea, Australia no tenía arte.

1945. Australia (los colonos ya se han apropiado la “denominación de origen”): 6 – Aborígenes: 0

“Abuela Emily Kame siempre lloraba de rabia cuando nos contaba que tras la una guerra mundial que los ingleses llamaban la segunda, mi abuela y su tribu fueron obligados a vivir en reservas y misiones mientras la gran mayoría de australianos blancos vivían como si no pasara nada. Fíjate si les trataron mal que a mi madre, que era pequeña como yo, no le dejaban ir a la piscina, ni al cine ni al teatros donde iban los blancos”.

Un apartheid a la australiana, pienso para mí, menos conocido, quizás por faltar un Steve Biko al que cantara un Peter Gabriel o un Mandela, o quizás por estar muy lejos, o quizás porque quien mandaba era el imperio vigente, el anglosajón, o quizás porque aquí en Europa teníamos bastante con nuestra propia guerra, o… qué más da. Dejo esos pensamientos y me concentro en un cuadro precioso espectacular, como todos los de Emily, que otra chica, junto a nosotros, mira con la misma atención…



“Abuela Emily Kame se puso muy triste por aquellos días. Al estar alejados de su tierra a la que se sentían tan unidos, los ancianos y ancianas como ella perdían su autoridad. Les prohibían viajar por lo que no podían ir a sus lugares sagrados y cumplir con el Gran Djankawu. Sin poder hacer eso, sentía que no eran nada, se sentían abandonados.” Cuenta Emily sin mirar al cuadro sino al sol que entra por la ventana iluminando parte del cuadro y dándole un aire mágico.

1953: Australia-Inglaterra (nuevos fichajes): 7 – Aborígenes: 0

Tras la segunda guerra mundial, comienza la carrera atómica. Un área del sur de Australia, donde muchas tribus aborígenes continuaban llevando vidas seminómadas, pasa a ser zona de pruebas nucleares del ejército británico.

Leo en el folleto que por aquella época, algunas personas como el artista Albert Namatjira y el actor Robert Tudawali, de origen aborigen ponen las primeras semillas como personajes públicos socialmente conocidos (el más glamouroso cuerpo de hielo, Nicole Kidman, todavía no existía). Pero todavía ni la sociedad ni la clase dirigente hace nada al respecto.




1910-1960. Australia: 8 – Aborígenes: 0

Emily coge mi mano con su manitas morenas, como si tuviera miedo a que lo que le pasó a su madre le fuera a pasar a ella misma y agarrándome fuerte me cuenta como “cuando mamá tenía doce años, fue apartada de abuela Emily Kame, porque decían que tenía que olvidarse de sus antepasados, sus dioses y sus tradiciones y aprender a vivir como personas civilizadas. No solamente mamá, muchas de sus amigas fueron secuestradas. A mamá le enviaron a un orfanato, a su mejor amiga a una familia de acogida. A las dos les obligaron a hablar el inglés. Abuela cuenta que fue el día más triste de su vida y que pedía todos los días al Gran Djankawu que le diera fuerzas y sabiduría a su pequeña Tula y que hiciera todo lo posible para recuperarla”.

Le miro a sus grandes ojos y veo una lágrima que cae por su mejilla. Pienso que no hay nada más triste que ver llorar a un niño por haber perdido un ser querido.

Pero de repente su tristeza se convierte en sonrisa y acelerada me cuenta que eso fue “lo peor de lo peor” pero que cuando mamá creció las cosas mejoraron. “¿Sabes qué?- me pregunta- “Cuando mamá cumplió veinte años personas buenas empezaron a organizar campañas a favor de nuestros derechos y de todas las injusticias hecho con abuela Emily Kame y mamá Tula”.

Segunda parte del partido

1967. Australia: 8 – Aborígenes: 1

Todo empezó un 27 de Mayo de 1967, veintitrés días antes de que naciera quien escribe estas líneas y veinticuatro de que naciera la bella Nicole Kidman, se celebra un histórico referéndum por el que la población de Australia garantiza a la población aborigen la plena ciudadanía y el derecho al voto.

“¡¡ Ese día fue super especial!!” grita Emily sin poder reprimir unos saltitos de alegría y mirarme con una de las sonrisas más bonitas que me han regalado. “¡¡Además, mamá había conocido a papá y se habían hecho novios!!” Me dice mitad divertida, mitad avergonzada como cuando mi hija Paula nos ve darnos un beso a Ana y a mí y se mete en medio no sé si para separarnos o para sentir calorcito, protección y ocultar su alegría…

1971. Australia: 8 – Aborígenes: 2

Junto a una foto de una escuela rural cuyas puertas y paredes aparecen pintadas, leo como Geoffrey Bardon, 31 años, acepta en 1971 un puesto temporal de profesor de arte en un asentamiento aborigen en el desierto australiano central. Dice la reseña que, tras unos meses de trabajo, no consigue motivar a sus alumnos. En su diario, Geoffrey anota “aparte de una larga lista de enfermedades como la hepatitis, la gastroenteritis y la sífilis, la que con mayor fuerza mata a esta gente es la desesperanza que les lleva a abusar del alcohol y esnifar gasolina”.

El arte que les enseña y los temas que les propone no parece despertar la curiosidad de sus pupilos. Es él en cambio quien empieza a interesarse por los diseños gráficos realizados por sus alumnos a hurtadillas. Un día, les propone que pinten lo que quieran en las blancas paredes de las clases y de los pasillos del colegio ganándose el mote de Mr. Patterns (Sr. Dibujos).

Los alumnos que pintan lo hacen siguiendo instrucciones de un anciano, Wallangkarri Tjakamarra, Old Mick, el “kirda”, el depositario del Jukurrpa de la tribu. Preguntó a Emily qué significan Jukurrpa, para ahora que la veo más animada, oírselo contar a su manera:

“!!Pues son las cosas que les pasaban a nuestros dioses, que vivieron aquí antes de que naciera yo y antes de que naciera mamá y antes de que naciera abuela Emily Kame¡¡. ¡!Mira, ahí se ve que juegan y ahí que estén enfadados y mandan un rayo y ahí –se sonroja- se ven unos dioses abrazados…-“

Los juegos, conflictos y enredos amorosos de los dioses van originando el paisaje de la tierra australiana y los códigos de comportamiento sexual, familiar y social beneficiosos para los Anmatyerre - que han sido transmitidos de generación en generación por los abuelos hasta depositarlos en Old Mick. Yo no distingo nada de lo que me señala Emily. Ella sabe leerlo y yo no. Lo que sí veo es color, color y más color. Vida, vida y más vida. Tras la humillación, esperanza, esperanza y más esperanza.




Emily me cuenta cómo Bardon puso a su disposición telas, lienzos, tablas, pinceles, pinturas, con las que los alumnos dibujaron diseños cuyo significado contenían el espíritu de su cultura, diseños que habían tenido soportes efímeros hasta ahora –el cuerpo, la cara, los brazos, la tierra, las rocas, los árboles,…-, figuras mágicas que tenían como fin durar únicamente el tiempo del rito, de la plegaria, de la ofrenda, del recibimiento, de la despedida, de la alegría, de la celebración o de la victoria.

En poco tiempo, se produce una pequeña revolución pacífica y artística: más de treinta hombres y mujeres comienzan a pintar en cualquier superficie que encuentran: baldosas, paneles de madera, cortezas de árbol, fruteros, vajillas,….

1973. Australia: 8 – Aborígenes: 3

Bardon deja la escuela dos años después pero su sustituto, Peter Fannin, coge el testigo. Al ver su foto en la exposición, Emily no puede contener un grito de excitación “¡¡Ése es el profe de pintura de abuela Emily Kame; él le enseño a pintar y le dijo que aunque tuviera tantos años, haría cuadros muy bonitos porque ella ya pintaba en la arena con sus dedos y en los cuerpos de las mujeres de su tribu y con todos los colores que le iba a dejar haría cuadros todavía más bonitos¡¡”

Fannin, con renovadas fuerzas como coordinador, extendió estas cooperativas de arte por el resto de asentamientos, gestionando y enseñando a gestionar estos centros, comercializando y enseñando a comercializar sus pinturas y, lo que es más importante, protegiendo los derechos de los artistas, menos universales y menos valiosos que su cultura y dignidad recuperada. Además, las pinturas permitieron a algunas tribus hacer valer sus derechos históricos sobre la tierra al ser capaces de representar de memoria con planos-pinturas dónde estaban.

1976. Australia 8 – Aborígenes: 4

La Ley de los Derechos sobre las Tierras de los Aborígenes, vigente en la región del norte, permite a sus propietarios originarios reclamar su propiedad y las tribus aborígenes de esta zona de Australia dejan los asentamientos y reservas para irse a vivir a sus paisajes natales.

Emily, cada vez más contenta, me cuenta que “al final mamá y papá pudieron irse a vivir con la abuela y que ya no se volvieron a separar hasta que el Gran Djankawu le pidió a la abuela que se fuera con él a pintarle cuadros tan bonitos como los que pintaba aquí…”. Esto último lo dice con orgullo y pena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

!Me encantaría saber qué piensas de esto¡