2 de mayo de 2011

Lunes con Sol: La paradoja

Hace tiempo leí un libro "La Paradoja: Un relato sobre la verdadera esencia del Liderazgo" de James C. Hunter que me cautivó, me influenció, que he aplicado (cuando razonablemente he podido) y que, cuando lo he hecho me ha ido mejor que cuando no. Pero que, en cualquier caso, me lo creo.

El (temido) JEFE es alguien que debe lograr que otros hagan lo que él necesita pero convenciendo, sin amenazar con su variable. Y por tanto necesita ser un líder. El título del libro hace referencia a que, precisamente, el buen líder no es aquel a quien sirven y que se hace servir, sino el que sirve a su equipo y se dedica a hacerles la vida más fácil para que logren los objetivos comunes.

Pero vale para nuestra vida diaria así que os resumo las notas que en su día anoté y encontré escritas entre sus páginas.

El Poder es la capacidad de forzar o coaccionar a alguien, para que éste, aunque preferiría no hacerlo, haga tu voluntad debido a tu disposición, fuerza, chantaje emocional,… (Pero también sabemos de memoria que mucho poder llega a corromper seriamente las relaciones)

Por el contrario, cuando nos ganamos la autoridad sobre la gente, nos ganamos el derecho a ser llamados líderes. Ya sabemos de memoria que el liderazgo es el arte de influir sobre la gente para que trabaje con entusiasmo en la consecución de objetivos en pro del bien común.

Cuando servimos a los otros y nos sacrificamos por ellos, estamos forjando nuestra autoridad. Paradoja¡ Y ya sabemos de memoria que autoridad es al arte de conseguir que la gente haga voluntariamente lo que tu quieres debido a tu influencia personal.

Si satisfacemos las necesidades de los otros estamos llamados, por definición, a servirles e incluso a sacrificarnos por ellos. Se recoge lo que se siembra. Si tu me sirves, yo te serviré. Si tu estas dispuesto a cualquier cosa por mí, yo estaré dispuesto a cualquier cosa por ti. Cuando alguien nos hace un favor, nos sentimos automáticamente en deuda con él.

“Cada uno da lo que recibe, luego recibe lo que da, nada hay más simple, no hay otra forma, nada se pierde, todo se transforma” que canta Jorge Drexler, un regalo de Uruguay al mundo.

Y la paradoja tiene que ver con la palabra más hermosa, más manida, más prostituid pero más necesaria: el amor (pero en la acepción original “agapé=servicio y sacrificio, no en la noña, rosa y barato que se lleva).

Con la voluntad adecuada, podemos elegir amar (identificar y satisfacer sus legítimas necesidades) a los que dirigimos. Puede que alguien de mi equipo (o de mi familia directa o política) no sea especialmente agradable y puede que a mí no guste mucho, pero aún así, puedo ser paciente, honrado y respetuoso con él.

Dice el Dalai Lama que el enemigo es un regalo que nos llega para que fortalezcamos nuestra paciencia, nuestra caridad (aunque hay enemigos que lo que nos sacan es de nuestras casillas).

Y qué incluye ese “amor-ágape”:

 Paciencia (mostrar dominio de uno mismo). Si alguien de tu equipo comete un error, hay que señalarlo de forma firme pero comprensiva, respetuosa y positiva.

 Afabilidad (prestar atención, apreciar, animar). La mejor forma de prestar atención a la gente es, con mucho, escucharles activamente.

Requiere un disciplinado esfuerzo para silenciar toda conversación interna. Tratar de ver las cosas como el que habla las ve y tratar de sentir las cosas como el que habla las siente. Sin perder tu punto de vista. Realmente te importa lo que dice, pues es una persona importante.

Recibir elogios es una necesidad humana legítima, esencial para que las relaciones humanas funcionen. Pero debe ser sincero y referirse a algo concreto.

 Humildad (ser auténtico, sin pretensiones ni arrogancia). No es hacerse de menos, sino pensar menos en uno mismo. Es el conocimiento verdadero de ti mismo y tus limitaciones (y la necesidad de trabajar con un equipo, que nadie puede lograr grandes cosas solo o sola)

 Respeto (tratar a los demás “como si fueran gente importante” porque son gente importante). Hay que tener interés personal en el éxito de aquellos a quienes se dirige. Todos llevamos un post-it en la frente que dice “dame cariño” ¿no lo habéis visto nunca? Fijaros bien…

 Generosidad (satisfacer las necesidades de los demás). Aunque eso signifique sacrificar tus propias necesidades y deseos. Satisfacer las necesidades de los demás antes que las de uno.

 Indulgencia (no guardar rencor al que nos perjudica). Nadie es perfecto. Lo que no quita para que nos enfrentemos a ello cuando sucede, de forma abierta, honrada, directa y respetuosa.

 Honradez (estar libre de engaños). Implica ayudar a la gente a tener perspectivas claras, hacerles responsables, estar dispuestos a dar tanto las buenas como las malas noticias, informarles sobre los resultados de su trabajo, ser consecuente, tener reacciones previsibles y ser justo. El comportamiento debe estar libre de engaños y consagrado a la verdad a toda costa.

 Compromiso (atenerse a las propias decisiones). Parar desarrollarse integralmente como persona y a mejorar continuamente. Para que su equipo llegue a ser tan bueno como les sea posible.

Pero esto no sale así porque así. Igual que leer un libro de adelgazamiento no adelgaza, ni ver un partido de fútbol quema calorías (más bien las produce en forma de mala uva), el liderazgo empieza con la voluntad, que es la única capacidad que, como seres humanos, tenemos para que nuestras acciones sean consecuentes con nuestras intenciones y para elegir nuestro comportamiento. Nuevamente las sabias palabras de Albert Einstein, el trabajo es 1% inspiración y 99% transpiración. Y para acabar corriendo una media maratón, hay que empezar corriendo 5 minutos.

Y pensar cada día, ¿Querría yo que mi jefe, mi mujer, mi suegra, mi amigo

fuera paciente conmigo,
me prestara atención,
me apreciara,
me animara,
fuera sincero conmigo,
me tratara con respeto,
me satisficiera las necesidades según van surgiendo,
me perdonara cuando meto la pata,
fuera honrado conmigo,
me informara sobre los resultados de mi trabajo,
me pidiera responsabilidades
y me pidiera comprometerme?

Pues quizás debamos comportarnos con nuestros compañeros exactamente como quisiéramos que ellos lo hicieran con nosotros.

dnl

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